El chamo venia cada diciembre a Medellín, después de un viaje por carretera desde Caracas hasta Cúcuta y luego un avión desde Cúcuta, siempre tenía cosas diferentes, traía carne de diablo, jamón de bola y otras delicias, aunque tampoco faltaba la horrible cocosette, en la cuadra todo el mundo lo llamaba, "Oe chamo" con esos ojos verdes y su pelito crespo me imagino a mas de una señora soñando con un nieto descendiente del chamo, claro que para esa época el chamo no llegaba ni a los diez años, a los doce creo, se vino a vivir del todo a Medellín, vivía con su mama, en un segundo piso, en el primero vivían sus abuelos y un tío solterón.
Al chamo lo que le gustaba era el futbol, siempre se pedía ser el arquero, tenia uniformes y guantes, el estudio lo aburría, uno lo podía ver sufriendo intentando traducir del caraqueño al paisa sus conocimientos de primaria, tardo casi 5 años en dejar de decir chiripa o cambur, no duro mucho en el barrio, a su mama no le gustaba la idea de que él se criará en un barrio con tantos problemas, se lo llevo para un apartamentos en Robledo, entro a un colegio privado cerca de allí, paradójicamente fue en ese colegio donde se empezó a perder.
Termino el colegio y no paso a ninguna universidad, empezó a trabajar en bares como personal de seguridad, empezó a vivir una vida nocturna, finalmente paso a civil en el poli, pero solo duro dos semestres, ya había desistido del futbol, y estaba contento con la vida nocturna, trabajaba en un amanecedero que se llamaba la clarita cerca de la Nacional, era un trabajo maluco, porque le tocaba requisar y controlar a todos los calientes de castilla, miramar, lopez de mesa y del doce que les gustaba ir a la clarita en sus motos recién robadas con sus fierros casi siempre a mano.
Ya no veía mucho al chamo, ya nadie le decía así, seguía teniendo los ojos verdes y el pelo crespo, estaba mucho más gordo y con sus 185 era una figura que generaba respeto, a veces nos íbamos pal centro a tomar tequila con ají en un bar con tapete rojo, rojo y negro por el mugre, el man quería plata, no traqueteaba porque le daba miedo matar a alguien, aunque por su trabajo ya había visto muertos y pasado sustos, hace mas de 5 años aprovechando su nacionalidad Venezolana se fue para Barcelona, supe de él los primeros meses luego se perdió, un día me entere que lo habían cogido en un carro con quien sabe cuánta coca, estaba en la cárcel, lleva cinco años encerrado, paso de pesar 120 kilos a 85, tiene miopía porque por las paredes los ojos perdieron la costumbre de ver a la distancia, dicen que le faltan 2 o 3 años más, se pasa el día haciendo ejercicio y espantando el tedio, a veces dice que ya está viejo, aunque apenas en diciembre cumplirá 30 años, quiere volver y casarse porque no quiere estar solo, no sabe que hará cuando regrese, de pronto hacer lo mismo que lo llevo a la cárcel.
Muchas veces antes de dormir pienso en mi primo y en las épocas en las que le decían "Oe chamo"