siempre he pensado que al momento de un robo la mejor opción es no oponer resistencia, entregar las cosas con la mayor calma posible y así evitar el golpe, la puñalada, el balazo, el dolor, en el colegio me atracaron tres veces en septimo, el mismo modelo de reloj, solo se llevaron el reloj, nunca pidieron nada mas, en octavo me robaron la maleta aunque amablemente me dejaron sacar los cuadernos, casi todas las veces fue con navaja a la vista, solo una vez fue con el gran magnetismo que expele un gamin harapiento y oloroso.
a mi papa una vez le pegaron un balazo a una cuadra de la casa, por no dejar que le robaran la moto a un amigo del trabajo, no recuerdo si el robo prospero, pero mi papa si estuvo unos días en el san Vicente, y le quedo una cicatriz de casi una cuarta al lado izquierdo del ombligo, un poco mas a la izquierda se ve el punto por donde entro la bala, la bala nunca ha salido, creo que estaba cerca del hígado o de un riñón, y los médicos prefirieron no tomar riesgos y dejarla ahí,
durante el tiempo que fui novio de hanna, los taxistas me contaban las mejores historias de robos, supongo que al ver que me montaba en un edificio bonito, de una zona de ricos y que iba para manrique a una zona a veces de pillos, los hacia relajarse conmigo, de cierta forma adoptarme y contarme sus historias, acá en bogotá no lo logro no tengo un background cultural ni social para compartir, las vias que mas transito no tienen ese tipo de historias, en los barrios por los que me muevo no viven taxistas, no es posible crear ese lazo, entonces terminamos hablando del clima, o de las obras en la 30, de los trancones, de los accidentes. por eso esta ciudad nunca me ha olido a barrio, siempre no importa como la mire termina oliendome a urbe, a smog, a afan, nunca huele a tertulia, a carniceria de esquina, a revuelteria, a granero.
y despues de dar vueltas termino pensando en salsa, que seguramente lo que me hace falta es bailar, para olvidar que estoy en una ciudad con corazon de oropel y volver a sentirme en un barrio de calle luna y calle sol, porque alla me siento mas seguro, sé a que hay que temer, en cambio en la ciudad termino temiendo sin saber muy bien a que o a quien. pinche sosobra de caminar sin saber si algun caco se enamoro de uno.
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