viernes, marzo 23, 2007

espositos

el martes decidimos hacerle caso a los pajaritos de la ventana y levantarnos antes de las nueve, recogimos los restos de la noche, algo nos pusimos encima y partimos con rumbo a Panamá caminando.

salimos del hotel, volteamos a la izquierda y en la primera esquina otra vez a la izquierda, unos metros dos mas adelante nos comimos una arepa e' huevo, que según mi novia eran con masa de frijol, yo no llego a ese nivel de sofisticación, solo sé estaba un poco fría, seguimos caminando, por un camino suave, uno cincuenta metros en el camino y se siente la humedad de la selva y de un momento a otro una seguidilla de escalones de madera y tierra aparecen, uno mira hacia arriba buscando el final, pero no esta a la vista, suba y suba y siga subiendo, después de unos largos minutos se llega a la cima, un policia panameño con cara de indio kuna, pregunta el numero de identificación y la procedencia, el policía colombiano se entretiene persiguiendo una mariposa de colores. es chevre pasar las fronteras caminando, dar un paso y sentir la ridícula sensación de estar en otro país, para llegar a la miel hay que bajar otros tantos escalones, en peor estado pero igual escalones.

la miel es un pueblo feo, parece abandonado, no es ni una sombra de sapzurro, la gente se divierte jugando bingo en las aceras y sacandole piojos a los más pequeños, sin mucho preguntar seguimos la flecha que indica el camino para llegar a playa blanca. allí nos encontramos con una o dos excursiones de paisas corronchos, con sus narizonas y camisetas de malla, mucha señora gorda, en vestido de baño y mucho señor calvo con bloqueador en la nariz, nos acostamos en la arena blanca y tibia, pedimos un coco, una cerveza (extrañamente pilsen, en sapzurro solo se conseguía águila), me metí al mar para que me revolcará un poco, me volví a acostar y finalmente la convencí de meternos al mar, las olas estaban grandes, me gustan así, de esas que si te descuidas, te hacen tragar agua y arena, al rato de salir del mar, los paisas corronchos se fueron, la señora del coco y las cervezas pidió su plata y la playa de un momento a otro quedo vacía, mientras tanto yo comía coco, bea leía y tomábamos fotos y nos reíamos, al mucho rato llego una pareja, se sentaron en la arena mucho más lejos que nosotros, el man se metió a caretiar y la vieja dudo mil veces antes de quedarse topless, un segundo después se volvió a tapar al descubrir un nativo y un turista observándola atentamente.

como a las tres con casi todo un coco en el estomago y mucho sol en nuestra piel, emprendimos el regreso, la subida estuvo dura, a bea se le bajo el azucar y las tiendas estaban cerradas, solo teníamos agua y nada para comer, subimos muy despacio, parando a darle animos a cada momento, coronamos la cima y nos sentamos un buen rato, bajamos también despacio, aunque sin tantas paradas, en la primera tienda que vimos compramos algo de comer, bea descubrió las rosquitas horneadas e inmediatamente se envicio, nos fuimos al hotel a ducharnos y descansar un poco.

por la noche, ya recuperados de la caminada, descubrí que comerse casi un coco entero es malo para el colón, me sentía enfermo, pesado, me ardía el estomago feo, decidimos salir un rato a hacer el ritual de ginebra y cartas, estabamos en esas, cuando un paisa de unos treinta años se acerco a conversar, el man solo me hablaba y miraba a mi, aunque bea estuviera a un paso, me preguntaba si estaba casado, para evitarle incomodidades a bea, dije que si, que llevabamos mas de un año de casados, el man me decía que el también estaba casado, que vivía en turbo vendiendo zapatos y ropa interior traída desde panamá, pero que las mujeres lo quieren monopolizar a uno, yo asentía y procuraba responderle en monosílabos, se notaba que el man se había mamado un montón de rones toda la tarde, me contaba que tenia una mocita, que iba a llevarla a sapzurro, pero que la mujer se le habia aparecido en el muelle, es que parce las mujeres lo quieren monopolizar a uno, que tuvo que despachar la mocita y hacerle el quite a la mujer, pero que igual se fue para sapzurro con dos parceros, yo no veía la forma de hacer que este baboso se fuera, pero el man insistía, parcero que esta tomando, ahorita hacemos una vaquita y nos tomamos unos roncitos o que?, umm pues ahora estamos tomando ginebra, ve? mi esposa esta tomando ginebra y yo también, y el man, ah no parcero a mi la ginebra me sabe a perfume, pero hagale y metemos todos para comprar otra botellita de ron. El man seguia y no tenia intención de irse, hasta que llegaron los amigos y se lo llevaron, esa noche oimos a alguien vomitar muchas veces, yo en cambio le di varias vueltas al baño con esperanza de evacuar el maldito coco.

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