miércoles, febrero 08, 2006

confesiones castrenses 4

hace diez años y trece dias, me presente a la cuarta zona de reclutamiento por segunda vez, la primera vez me 'salve', para la segunda iba más tranquilo, sin paquetes, ni bultos de comida, como muchos que veia a mi alrededor, el dia anterior tuve la inducción en la universidad y ya estaba mentalizado para no prestar el servicio militar, ya estaba pensando en las materias del primer semestre y en el horario que me habia tocado, en la fila me encontre con compañeros del colegio que me miraban raro, algo de envidia y algo de malvada anticipación al imaginarme en las filas con ellos, pero siendo ellos más antiguos. la primera vez que me presente aprendi que era más importante tener algo de efectivo y algo liviano para comer al medio día, de lo contrario me enfrentaría a una caja de carton con frijoles recontratrasnochados y otras cosas que no tenian ninguna semejanza con lo que normalmente llamaba comida.
desde las ocho de la mañana que empezamos a entrar hasta las cuatro de la tarde estuvimos por ahi dando vueltas, sentados, pensando, yo solo lleve una mochilita, con una camiseta un par de calzoncillos, un libro y unos sanduches, a las cuatro nos hicieron hacer una fila larguisima, en la punta de esta fila estaba el mayor timarán y el teniente soto, que iban distribuyendo la gente en tres diferentes carpas, mas tarde me di cuenta que una carpa significaba el batallón de puerto berrio (la muerte para el bachiller, malaria, mosquitos y putas) otra era el batallón de policia militar cuatro y la ultima era la de los hombres de acero, a mi carpa la separarón del resto, un medico gordito y con bigote, reviso las incapacidades y las colgantes gonadas de 120 bachilleres, al final sin mucha ceremonia el teniente soto nos dijo que eramos muy debuenas, que los hombres de acero eran lo mejor del mundo, que ibamos a ser soldados de elite, que ibamos a trabajar en operaciones sicologicas y que nos montaramos al camion que nos estaba cogiendo la noche.
en el camion todos reiamos nerviosos, mirando la calle con ojos avidos, buscando sitios conocidos de la via, mientras los soldados antiguos nos repetian que nos calmaramos que ibamos a estar bien, que los hombres de acero esto y lo otro, paramos en la mitad de una explanada grande y pavimentada que despues supe se llamaba: plaza de armas. nos contaron, nos recontaron y nos preguntaron la información basica, nos separaron en tres grupos de más o menos cuarenta personas, usando la tecnica del primer apellido (de alvarez a garcia, de garcia a perez, de perez a zapata). nos formaron en un bloque de diez por cuatro en un patio interior, mientras los antiguos y los regulares nos gritaban cosas esperanzadoras como: carnita freesca, llegaron los recluuuutas y desde lugares sin identificar nos tiraban agua, todo para darnos una mejor bienvenida, despues de mucho rato nos mostraron los telefonos publicos y despues de una fila enorme, dondes los regulares y los antiguos se metian cada que les daba la gana pude hablar con mi máma: -quiubo mijo ya casi llega? - no creo madre, me demoro como doce meses.

3 comentarios:

  1. Anónimo1:57 p. m.

    No me imagino el ataque de risa de su señora progenitora.

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  2. Anónimo5:15 p. m.

    Qué ilusa. Hasta último momento pensé que la zafabas de nuevo.

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  3. Yo también juré hasta el último momento que el final sería feliz. Heh.

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